fotocopia

Daniel dijo que no había cambiado en lo absoluto. Estaba igual, solo que un poco, un poco más alta. 5 años que no nos veíamos. Y yo igual, mientras él se desarrollaba hasta convertirse en el moreno de 1.70 con voz ronca que es.
A veces me pregunto si es bueno que el tiempo no te altere, o debería empezar a comer más pollo. Miro mis videos de cuando era chica, y si hoy saliera a la calle con los mismos vestidos de los 7 años, con chupete en mano y la excusa de que “tengo un desorden hormonal”, la gente me creería.
Mi cara inalterable de repente me ha traído comentarios inesperados como el del peluquero.
-ah! ¿Y pasaste a 8º no?
-eh, no segundo medio
-AH! Chuta… ¡te ves chica!

Ahá, si. Soy una niña atrapada en la edad equivocada. Me pongo a escondida los trajes de mi papá y me chupo el dedo cuando tengo hambre.

Pero, ÑACA ÑACA, cuando Uds. lectores tengan 40 años, y estén arrugados como pasas y con frascos de crema de caracol en el baño, mi cara estará en la plenitud de su juventud y seré algo así como el vino, mientras mas viejo mejor. Aunque, vino en bolsa, claro o Gato.

Mi papá a veces es muy gruño y no lo sabe. Cuando me equivoco siempre en el mismo ejercicio, la cara se le vuelve roja y achica la boca. Toma aire y me repite esta vez más cortante como lo tengo que hacer.
En realidad lo entiendo, si mi hijo se equivocara más de 3 veces en el mismo ejercicio, me enojaría. Teniendo tantas cosas que hacer y uno explicando como sumar y restar.
Me considero bastante enojona, aunque no se note. Me lo trago, pasar malos ratos de repente es una perdida de tiempo enorme. Días tan soleados y uno con lluvia en la cabeza, para qué.
Siempre hay cosas que empelotan pero que hay que saber sobrellevar. Mi mamá a veces me dice que tengo que decir si algo me molesta o no
-Porque cuando estalles, lo vas hacer mal.
Lo que más me da lata, es que siempre tiene razón.
Quemada a Kinder sorpresa en el muslo (blanco-negro) 2006:
No me quiero quitar los shorts mamá, nunca me quemo. dije

Tan durazno que saliste Sofía, de ahí no me vengas con cosas.

La última vez que me enojé fue por algo tan tonto que trato de olvidarlo. Siempre trato de olvidar algunas cosas. Pero vuelve, como el sabor de la empanda de pino, o el ajo.

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Hay cosas que por más que se piensen, nunca resultan. Para mas remate, jamás te diste cuenta de todo el tiempo desperdiciado. “El que la sigue la consigue” no es mi lema. Me caracterizo por apechugar cuando no hay más remedio, cuando el único salvavidas se fue, porque el horario de atención acabó. El siempre llegar tarde en todo sentido, el mundo termina siendo un diccionario chino-mandarín sin traducción para ti. Y lo peor, que el paseo ahumada jamás se detendrá para que alcances el ritmo. Te mimetizas con todo lo pegado y dejado atrás. Nadie te distingue, porque eres un caso perdido.
Pero ¿saben que? los muy weones no sabían que tenía piernas.